martes, 25 de abril de 2017

QUIEN TIENE EL PODER... ¿TIENE LA RAZÓN?

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La erosión de la reputación de las empresas en el mundo occidental durante los últimos años es un fenómeno tan real como preocupante. Las empresas son instituciones necesarias en la sociedad: la mayoría de empresas producen y venden bienes y servicios útiles, crean ocupación, generan riqueza, y son fuente de innovación y progreso social. No deja de ser paradójico que, en nuestra época, el reconocimiento del papel decisivo de la empresa en la sociedad vaya acompañado de una crítica desde la sociedad hacia la empresa.

La caída de la reputación de las empresas no se debe, por lo general, a la baja calidad de sus productos o servicios: se debe, realmente, al deficiente ejercicio del poder en las organizaciones. En efecto, los abusos de poder motivados por la codicia o el beneficio particular son numerosos en nuestra sociedad: la ocultación de información, la violación de un contrato, la lesión de derechos legítimos de terceros o el engaño en la descripción de las cualidades de un producto o servicio, son manifestaciones de un perverso uso del poder en la empresa.

Existen entre otras tres cuestiones esenciales del ejercicio de poder en la empresa. La primera es que el ejercicio del poder debe tener una finalidad adecuada. De lo contrario, acabará siendo ineficiente y poco ejemplar. La segunda cuestión es la reflexión que efectúa sobre la necesidad de la educación para el ejercicio del poder. Esta necesidad es exigida para quienes detentan un poder y una responsabilidad en la empresa por vez primera, pero también para aquellos con muchos años de experiencia en el ejercicio del poder. Una educación adecuada exige ampliar la profundidad y el horizonte de la competencia profesional, pues sin ésta no puede haber ejercicio prudente de poder. Al mismo tiempo, aquella educación exige un crecimiento en las virtudes del gobernante. Por último planteo la cuestión de los límites voluntarios del poder y la relevancia de la colegialidad en el gobierno de la empresa, destaco el papel del equipo y la responsabilidad compartida.

Los gobiernos ejercen el poder sobre los habitantes, para que puedan vivir en armonía y  así fomentar el desarrollo, los jefes de una empresa ejercen el poder sobre los empleados para que cumplan su trabajo, a cambio de esto, reciben un salaria el cual el jefe tiene el poder de entregar, gracias a la ejecución del trabajo. Los padres ejercen el poder sobre los hijos para inculcarles obediencia y respeto, valores y ética con las que tendrán el poder y facultad de desenvolverse en la sociedad. Todos esos ejemplos triviales del uso del poder en la cotidianidad escenifican que el poder es necesario en la sociedad, un abuso del poder otorgado se convierte en algo preocupante.

La virtud está en un término medio entre una dictadura y regalar el poder, existen ambigüedades cuando un jefe demanda trabajo en equipo o integración de la plantilla y son ellos los primeros que son incapaces de valorar y tener en cuenta la opinión de sus dirigidos. En esta tesitura nunca se logra que los colaboradores se sientan valorados o realizados con su trabajo.

El poder otorgado que más controversia genera es el gobierno central y las organizaciones, pues no depende de nosotros la eficiencia y eficacia del mismo, bien es cierto que el poder cambia a las personas, ganan en soberbia y arrogancia generalmente por lo que deberán existir mecanismo de control y equilibrio de poder.

La ignorancia de los pueblos es un arma para quien otorga el poder, tienen miedo a la educación, a las preguntas, a cuestionar métodos, asimismo existen líderes que promueven el desarrollo del pueblo y su buen hacer.

http://www.incae.edu/es/blog/2016/12/19/quien-tiene-el-podertiene-la-razon.html

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