Cuando hablamos de polivalencia laboral nos referimos la
capacidad técnica de algunos trabajadores, para llevar a cabo de manera temporal
y por necesidad del servicio un puesto del trabajo distinto al que normalmente
le corresponde. Actualmente estamos acostumbrados a una cierta especialización
del trabajo, procedimientos y tareas bien definidos, que en muchas ocasiones
suponen un corsé para una flexibilidad para el desarrollo de otras actividades
y funciones que pueden repercutir positivamente tanto en el trabajador como en
la compañía en su conjunto.
La formación del trabajador es un factor que desempeña una
función muy importante a la hora de demostrar su polivalencia laboral. Es por
ello que, si queremos que nuestros trabajadores sean polivalentes, debemos
incidir en la continua formación y mejora de los conocimientos de estos. La
polivalencia laboral también puede relacionarse con la movilidad funcional,
proceso en el que se cambian las funciones habitualmente prestadas por el
trabajador.
La especialización y división del trabajo muchas veces lleva
a la rutina y a la desmotivación. La llamada estructura profesional es una
consecuencia natural e ineludible del fenómeno de la división del trabajo
exaltado por Adam Smith y repudiado por Marx que lo consideró nada menos que
“el asesinato del pueblo”, reivindicado por Durkheim, y revisado en nuestros
días a través de las nuevas doctrinas defensoras de la movilidad laboral y la
polivalencia funcional del trabajo.
El cambio de funciones puede repercutir, y suele hacerlo en
la mayoría de los casos, en un mayor interés de los trabajadores que en muchas
ocasione observarán nuevas vías de ascenso y mejora en su carrera profesional.
El mayor problema, donde nunca deben caer los empleadores, es el acudir a la
polivalencia laboral para organizar mejor los efectivos humanos, con el fin de
optimizar sus recursos o llenar de contenido las jornadas laborales. Por lo
tanto, la ampliación de funciones debería de ir siempre acompañado de alguna
compensación.
Hoy en día, ante la crisis las empresas quieren empleados
polivalentes y flexibles, que estén capacitados para cambiar de actividad en
cualquier momento. Las empresas buscan personas integrales, que no sólo sean
útiles para un puesto de trabajo predeterminado, sino que cuenten con
"valores agregados" y características que los diferencien del
trabajador obsoleto.
La velocidad con la que avanzan la ciencia y la tecnología,
requiere que el trabajador moderno responda con la misma agilidad. Por ello,
día a día, el mercado de trabajo exige personal cada vez más capacitado,
flexible y polivalente, de manera que pueda asumir y responder a varias
situaciones de diversa complejidad, sin circunscribirse a un solo puesto de
trabajo. Así, la polivalencia es actualmente un valor añadido, pero si
continúan los cambios significativos en las estructuras empresariales, próximamente
se convertirá en una obligación.
Por lo tanto las organizaciones debería de anticiparse a
dichos cambios e incidir en la formación de sus trabajadores, para así hacer de
ellos trabajadores polivalentes, capaces de adaptarse y responder a los continuos
cambios.